Albemarle Estate, un hotel de lujo entre viñedos



ALBEMARLE ESTATE

El viñedo más grande de Virginia en el histórico Monticello Wine Trail. Allá donde Thomas Jefferson soñó y hoy se elaboran los mejores vinos de la Costa Este de USA.

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Al Albemarle Estate se llega pasando el pequeño pueblo histórico de Charlottesville. Caminos boscosos y sinuosos llenos de encanto que nos dejan frente a un portón de entrada. Desde allí 26.000 pies cuadrados de viñedos, una mansión georgiana lujosa convertida en hotel, una espectacular sala de cata, piscina, jardines y un panorama que es impactante.

El hotel es espectacular y recorrerlo es un plan. Las salas y salones, los espacios creados en el exterior, las chimeneas en el invierno y la piscina en verano. El restaurant, la sala de juegos, el teatro y la increíble pérgola exterior.

El plan es no salir del lugar. Hacer largas caminatas entre viñedos, recorrer senderos en bicicleta o sentarse con una copa de vino a admirar el paisaje.

Antes o después de la estadía por acá, se puede visitar el pequeño y pintoresco pueblo de Charlottesville, la finca de Thomas Jefferson en Monticello y la famosa Universidad de Virginia y su campus. 

Diario de Viaje

En el corazón del Monticello Wine Trail, ya en el estado de Virginia donde se elaboran los mejores vinos de la Costa Este de USA, se levanta una imponente edificación rodeada de viñedos.

Un discreto portón de entrada nos recibe. Se abre tras un intercambio de mensajes a través de un comunicador. El camino va escoltado de álamos y cipreses, las curvas nos van acercando a la casa que todavía se ve en lo alto y a lo lejos.

Pasamos una pequeña capilla, una monumental sala de cata de vinos y llegamos a la casa principal donde nos dan la bienvenida. A mediados de enero las chimeneas están todas encendidas.

Nos dan algunas instrucciones y a partir de ese momento nos llaman por nuestro nombre en cada lugar a donde alguien nos cruza. Nos consienten cada uno de nuestros pedidos.

La ansiedad no me entra en el cuerpo. Quiero verlo todo. Los jardines son espectaculares, laberintos de vegetación donde se intercalan estatuas, fuentes y obras que nos transportan a cualquier palacio europeo de esos que visitamos.

El interior de la casa es tan o más imponente que lo espectacular del afuera. Pasillos infinitos, salones, decorados y la certeza de estar viviendo estos momentos dentro del decorado de ese palacio europeo.

La sala donde vamos a cenar, nuestra mesa contigua a la chimenea. La del desayuno al lado de la fuente junto a los ventanales que dan a los viñedos. Una biblioteca con sus chester de cuero, una sala de juegos, una de piano y otra de cartas. 45 estancias dentro de esta casa imponente.

Voy y vengo, miro todo. Me siento y pruebo cada sala. Ese juego que imagino de visita en un Castillo, hoy lo vivo en carne propia.